Tu experiencia anterior te enseñó que tienes una capacidad increíble para amar, porque basado en la evidencia, entregaste muchísimo amor a esta pareja anterior. Y ahora que esa persona ya no está disponible tienes la posibilidad de volver a canalizar todo ese amor grandioso que aprendiste a dar.

Desde el momento en que supiste que no funcionaría es como si el 100% del tiempo estuvieras pensando en esa persona. Y parece como si el vacío que dejó no fuera a llenarse con nada. El único momento en que sientes sosiego es al despertar pero, pocos segundos después, el recuerdo llega y es como despertar a una pesadilla.

El vivir un proceso de separación, sin importar el tiempo que haya durado mientras que haya existido una conexión profunda siempre será un proceso doloroso. Dependiendo de qué tan intensa haya sido la relación podemos incluso llegar a sentir como si literalmente nos hubieran quitado un pedazo muy grande de nuestra vida que parecería no tener manera de volverse a llenar.

Psicológicamente se puede vivir el proceso como si se tratara de un verdadero duelo, y los pasos de negación, ira, negociación, depresión y aceptación pueden también aplicarse perfectamente.

El despegarse emocionalmente de alguien con quien se ha logrado no solo una relación, sino también un vínculo profundo, es lo más parecido a mover de lugar las cosas de la habitación, te pone a evaluar y a replantear todo lo que dabas por sentado por el hecho de que esa persona estaba allí, empiezas a dimensionar el tamaño de los muebles, la forma, y al mover uno que otro se romperá una que otra cosa por allí. Quizá al despegar un mueble pesado de la pared te encuentres con cosas que pensabas que estaban perdidas y que existían desde mucho antes de esta relación y empezarás a mirar cuánto has cambiado y lo diferente que pensaste ahora con esta persona que empieza a irse.

Quizá sientas que pierdes el tiempo teniendo que mover cosas más importantes, pero sentarte a pensar sobre tí mismo, sobre tu origen puede ser algo muy refrescante. 

Piensa por un momento que, en lugar de muebles me estuviera en realidad refiriendo a tus actividades diarias, a tus expectativas de pareja, a los hábitos que habían creado juntos. Cada vez que mueves algo pesado que te ataba a esa persona, en su lugar surgirán recuerdos, personas, momentos, anécdotas que te recordarán la persona que eras antes de que este ser humano llegue y sacuda todo para hacerse un lugar contigo.

Habrán cosas que consideres buenas, y te reproches haberlas dejado de lado por empezar la relación y otras que quizá te hayan parecido defectos y que gracias a que esta persona vino tuviste la oportunidad de mejorarlas y volverte alguien diferente.

Será una marea de cosas buenas y malas, por las que te dolerá haber cerrado esta relación y otras por las que te sentirás aliviada de haber dejado ir. Pero esa dualidad te hará sentir como si tu cordura se pusiera a prueba. ¿estoy haciendo lo correcto? ¿debería parar todo esto y salir a su encuentro para intentarlo una vez más? y si no fuera eso posible ¿cómo puedo decirme a mi mismo que debe dejar de sentir porque ya  no es posible continuar?

La mala noticia es que no existe una salida fácil de todo esto, una salida en la que esté garantizado que no va a doler. La buena noticia es que, si te das permiso de salir de todas esas tormentas mentales y obtienes un poco de perspectiva, vas a poder ver todo el proceso y te durará menos esta etapa de duelo. Aprender a ver con amor una situación que nos duele es algo que requiere de mucha valentía, humildad y también responsabilidad.

Piensa que, antes de tener esta relación te sentías una persona completa, tenías todo tu tiempo para ti, todos tus proyectos eran tuyos, todos los sueños y expectativas te incluían a ti al 100% y, si acaso tenías planes para una pareja, pues eso no tenía tanta fuerza porque esa parte aún no tenía un nombre y apellido.

De repente esa persona llegó y empezaron a compartirse el uno al otro (y visceversa), entonces el tiempo ya no era solo tuyo, porque habían momentos del día en los que disfrutabas compartir con tu pareja, incluso es muy probable que lo mejor de tu día se haya convertido en ese tiempo juntos haciendo cualquier cosa. Y no solo el tiempo es compartido, de repente empiezan los proyectos en conjunto, los sueños compartidos, las promesas de lograr objetivos juntos que son de las cosas que más nos emocionaba cuando sentíamos que la relación avanzaba.

Pero el tiempo demostró que no podían seguir juntos, y no importa el por qué, el momento en que esa pareja se va, podemos realmente sentir que con esa relación se va mucho de nosotros, y ese vacío es casi palpable con las manos.

¿Qué terrible no?

Pues, no necesariamente.

Si bien la partida de esta persona se ha llevado consigo cosas, sueños, hábitos, etc, etc, ha dejado ese espacio disponible para volver a llenarlo con nuevos proyectos, con nuevas metas, con nuevas experiencias y, eventualmente, con nuevas personas.

Y no te estoy pidiendo que empieces a buscar una nueva persona para que llene todo ese espacio. Ese es el peor error que puedes cometer si tu objetivo real es crecer personalmente. De lo que se trata es que ese espacio, que originalmente estaba lleno de ti, se tenga que colmar de la misma sustancia, es decir de TI solamente.

Y es que, esa es la oportunidad más bonita que una ruptura te puede dejar. Tu experiencia anterior te enseñó que tienes una capacidad increíble para amar, porque basado en la evidencia, entregaste muchísimo amor a esta pareja anterior. Y ahora que esa persona ya no está disponible tienes la posibilidad de canalizar todo ese amor grandioso que aprendiste a dar (no, de verdad, no te estoy diciendo que busques otra persona) y puedes apuntarlo hacia tí mismo.

Cuando la ruptura de la relación es traumática y hay muchas palabras y acciones hirientes, es muy probable que nuestro amor propio salga lastimado de una manera importante. Ahora, si apuntas todo ese cariño hacia tu propia persona, tendrás la capacidad de llenar ese vacío, y no solamente eso, podrás llenarte en tal cantidad que puedes desbordarte a tí mismo, y solamente entonces, sabrás que hay suficiente de ti como para compartirlo con una nueva persona, sin presiones, sin miedos, sin opción a repetir el mismo error de nuevo.

Viendo este dolor que sientes ahora desde esta perspectiva, como si fuera una gran oportunidad para amarte como nunca jamás lo has hecho, seguramente tendrás una gran energía para ponerte de nuevo de pie, para dar ese primer paso afuera de tu dormitorio y decir: “ok, me he roto, pero por dónde debo empezar ahora”.

Te aseguro que no conozco a nadie que haya empezado este camino, y no se haya reencontrado consigo mismo. Porque el verdadero amor no es el que se necesita (desde la escasez) sino el que se comparte (desde lo que ya tengo dentro).

Feliz inicio de viaje, te veré allí en el camino.

2 respuestas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *